Colegio Mexicano de Ortopedia y Traumatología

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sábado, 8 de septiembre de 2012

Reflexiones sobre la residencia de ortopedia en México

http://www.medigraphic.com/pdfs/ortope/or-2005/or052k.pdf

Acta Ortopédica Mexicana 2005; 19(2): Mar.-Abr: 91-94

Reflexiones sobre la residencia de ortopedia en México.

Primera parte: La visión del residente de ortopedia

Michell Ruiz Suárez, Felipe A. Martínez Escalante, Álvaro Vázquez Vela Echeverría,

Eduardo Acosta Rodríguez, José Carlos Sauri Barraza, Alejandro Salas Morales,

Enrique Villalobos Córdoba, Víctor Romo Dámaso


Todos los ortopedistas tenemos algo en común, aunque algunos quisieran olvidarlo: todos somos o hemos sido residentes en alguna institución de salud pública o privada.
La residencia no debe ser vista como un mero rito de paso. Es, por el contrario, la etapa formativa más importante en la vida de un especialista. Es frecuente escuchar que la verdadera curva de aprendizaje comienza al terminar, precisamente, esta etapa. Quizá esta creencia (ya que no existe ningún estudio científico que lo compruebe) sea cierta; pero también es cierto que al no contar con basesformativas sólidas, esta curva se puede llegar a convertir en una pendiente ascendente que no tiene una meseta.
¿Por qué surge la preocupación de reflexionar sobre la residencia de ortopedia, específicamente en el caso de nuestro país? La respuesta es: porque el objeto del proceso educativo (el residente) ha tenido una voz muy baja, o simplemente hemos optado por no tenerla, hasta el momento, en este proceso. La intención de este trabajo no es la de reclamar, sino la de atraer la atención, que como estudiantes (importante recalcar este término) nos corresponde, para mejorar en el mayor grado posible el proceso de enseñanza que debe ser la piedra angular en el desarrollo de un especialista.

Sin el ánimo de ser simplistas, creemos que la intención de una residencia médica se puede resumir en los siguientes puntos: 1) Mejorar el cuidado del paciente, 2) mejorar las habilidades quirúrgicas del médico en formación, 3) fomentar y aumentar el conocimiento científico (y en ocasiones el empírico), 4) mejorar las habilidades y condiciones de comunicación (hacia el paciente, hacia los compañeros, hacia las autoridades, hacia el público en general), 5) fomentar el comportamiento ético y 6) fomentar el comportamiento profesional.
Analicemos brevemente cada una de las situaciones en el contexto de nuestro país.
Mejorar el cuidado del paciente
No es un secreto que en algunas instituciones (por no decir la mayoría) el cuidado del paciente queda a cargo únicamente del residente la mayor parte del tiempo (es decir, en el turno de la tarde y noche o en el fin de semana). Esta situación no es privativa de nuestro país, ya que así sucede en la mayor parte de los países. Este hecho por sí mismo no es reprobable, después de todo somos médicos cirujanos con cé-
dula profesional y tenemos la capacidad para cuidar a un paciente. Sin embargo, creemos que debiera existir una supervisión un poco más estrecha del involucrando desde el médico responsable del turno hasta el residente de primer año. Esta responsabilidad debe ser compartida y aceptada como tal. Recordemos: primun non nocere.
Por otro lado, el escuchar por parte de algunos médicos que la tasas de complicaciones en los hospitales-escuela es debido a la presencia de residentes, sólo demuestra una falta de compromiso del responsable directo hacia el paciente (es decir, el médico tratante). Además demuestra que no es un buen maestro y probablemente tampoco buen médico.
Nuevamente, este hecho no es único de nuestro país. Existen trabajos sobre las residencias de ortopedia en publicaciones internacionales, donde se apunta que el número de complicaciones es adjudicado a los residentes. Probablemente, este hecho nos invite a pensar sobre quién es el verdadero responsable de un fracaso diagnóstico o terapéuticoen un hospital-escuela.
Como comentaremos un poco más adelante, el proceso de educación no debe ser producto únicamente del cuidado del paciente, por digno que esto parezca. Desafortunadamente, el abrumado sistema de salud de nuestro país favorece este escenario. Analizar este punto va más allá del enfoque de este trabajo, pero debe quedar como inquietud para mejorar un sistema que no trabaja como debería. No sólo en la ortopedia, sino en la medicina como un todo.

Mejorar las habilidades quirúrgicas
Para saber si en verdad un individuo está mejorando sus habilidades quirúrgicas, debe existir una supervisión. ¿Qué tan frecuentemente ocurre esto? Una respuesta en nuestro país la da de forma inicial el Consejo Mexicano de Ortopedia y Traumatología, quien a partir del examen de certificación del año 2005 solicita una bitácora de cirugías como requisito. Aunque es un inicio y es un requisito susceptible a múltiples mejoras, consideramos que se trata de un loable intento por regular la educación quirúrgica.
Resulta toda una curiosidad leer un artículo de JIP James donde puntualiza todas las fortalezas y las escasas debilidades del sistema tutorial para la enseñanza de la ortopedia enGran Bretaña hacia finales de la década de 1960.1
 Este proceso se centraba únicamente en el entrenamiento de técnicas siempre bajo la supervisión estricta del tutor. Resulta trágico que en muchas instituciones de nuestro país, un residente de ortopedia intervenga quirúrgicamente a un paciente y no sepa si lo hizo bien o no. Esto pudo deberse a que el directamente
responsable no le interesó, confía “ciegamente en el residente” o, simplemente, no se encontraba en ese momento en el hospital. Lo importante era resolver el problema en ese momento y el residente lo hizo, a final de cuentas, él está ahípara aprender a operar. Los dos extremos de este espectro son perjudiciales, para el estudiante (en el caso del sistema tutorial, donde sólo podría aprender de un solo maestro) o para el paciente (en el caso de no existir una supervisión).
Por otro lado, en México cada vez se da con mayor frecuencia la existencia de programas de superespecialidad quirúrgica (equivalente a los fellows norteamericanos). La existencia de estos programas en nuestro país como resultado de la mejoría en la atención ortopédica o como deficiencia del mismo será abordado en la segunda parte de este trabajo.



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