Colegio Mexicano de Ortopedia y Traumatología

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viernes, 2 de noviembre de 2012

¿Es un producto de consumo masivo un dispositivo médico?


http://meedapps.wordpress.com/2012/10/29/es-un-producto-de-consumo-masivo-un-dispositivo-medico/




29/10/2012 by meedblogs | 1 Comment


En el mundo de las APPs tendemos a pensar en muchas ocasiones en el apartado “soft”, el que se refiere exclusivamente a las aplicaciones que se van desarrollando y ofreciendo en las distintas plataformas. Pero no pueden entenderse las APPs sin los dispositivos que las hacen funcionar o “hardware”, y es en gran medida que, en función de las capacidades y posibilidades de estos dispositivos, las aplicaciones tienen mayores o menores funcionalidades, utilidad e interacción con el usuario. Desde este punto de vista, hoy nos encontramos en una fase de transición, de duración indeterminada, que podría desembocar en no mucho tiempo en algo totalmente distinto debido a la evolución tecnológica. Pero esto será objeto de un análisis postrero. Así que nos centraremos en lo que tenemos disponible a día de hoy.

En la anterior entrada analizábamos los tres ámbitos básicos que ocupan actualmente las apps. Aquí los dividimos sólo en dos para centrarnos en una de ellas y sus implicaciones:

1- Clinimétricas: Aquellas que son capaces de hacer mediciones, cálculos o recolección de datos útiles para la toma de decisiones en la práctica clínica.

2- De consulta (atlas anatómicos, glosarios y diccionarios) y pedagógicas (ilustraciones e infografía de procesos patológicos y consejos útiles a pacientes).

Empezando por el final, es indudable la inmensa utilidad de la categorías 2: imaginemos la ganancia en la velocidad de consulta, en las posibilidades de actualización y corrección del contenido, en el enriquecimiento a la hora de añadir fotografía o vídeo al material bibliográfico disponible… la innovación se refiere exclusivamente al traspaso de este contenido, ya existente, a un nuevo medio, la tableta y el teléfono inteligente. La velocidad a la que se está consolidando y generalizando su uso por parte de todos los actores posibles es la mejor prueba de éxito: estudiantes de medicina, médicos, farmacéuticos… y pacientes que quieren saber más de su enfermedad.

Digitalizar contenido es relativamente rápido, ágil y sencillo desde un punto de vista técnico. La innovación y utilidad no admite dudas. La cuestión clave aquí es la “calidad” del contenido.



Por todo ello, el verdadero reto estriba en cómo estos dispositivos (hardware) pueden llegar a cambiar o no la práctica clínica diaria más allá de su utilidad como medio de consulta, teniendo en cuenta que disponen de valores añadidos a esa funcionalidad, a saber:

1- La capacidad de medir, ya sea de forma autónoma o conectado a un segundo dispositivo (aquí un magnífico ejemplo), en cuyo caso se convierte en un interfaz o procesador de información de la misma forma que lo es cualquier dispositivo médico. La clave en este estadio es “diagnóstico”.

2- La capacidad de calcular, a partir de los datos introducidos por el médico o el usuario. El resultado del proceso: pauta de tratamientos, recomendaciones, etc.

3- La capacidad para unificar, organizar o parametrizar mediciones subjetivas aceptadas en la práctica clínica con el fin de estandarizarlas y/o agilizarlas y terminar, al igual que en el punto 2, en una recomendación o diagnóstico, a la que tradicionalmente se había llegado de forma “artesanal” por parte del médico.

4- La capacidad de acceder, editar y transmitir toda esta información de forma telemática.

En la práctica, el dispositivo portátil es realmente una máquina que tiene potencial técnico para realizar funciones similares a las de equipos convenientemente homologados, exclusivamente desarrollados para la práctica médica y –supuestamente- con altos estándares de calidad, y por ende altos precios. Esto en sí mismo es una revolución absoluta, ya que por primera vez en la historia las máquinas que miden la salud salen de los hospitales para llegar a manos de todos, profesionales y usuarios, que en muchos casos se van a realizar sus propias mediciones. El punto 4 añade un plus de ventaja en el sentido de que es el propio paciente el que comunica al médico su estado objetivo, no siendo ya imprescindible la visita al centro de salud. No es de extrañar que estos sean a día de hoy los dos potenciales mejor aprovechados de los dispositivos móviles, más allá del uso como medio de consulta:

1- Recolección de datos por parte del paciente.

2- Uso del dispositivo como máquina de diagnóstico por parte de un profesional de la salud.



La utilización exitosa de estos dispositivos como medio de diagnóstico tiene la gran ventaja del ahorro económico. No es de extrañar, por lo tanto, que se estén desarrollando y presentando continuamente accesorios que conectados al dispositivo, con la app específica, son capaces de realizar mediciones tradicionalmente relacionadas con un lugar físico, por ejemplo graduarse la vista, tomar la tensión o monitorizar la actividad cardiaca. El abaratamiento y la movilidad trae consigo ventajas fáciles de imaginar –el control remoto de enfermedades crónicas-, y otras que a primera vista puedan no ser tan evidentes, como la llegada de la medicina a lugares del planeta remotos donde existe una infraestructura médica escasa o directamente nula.

Y es aquí a donde se llega al “corte” crucial a la hora de catalogar estos dispositivos. En el futuro, tendremos que decidir hasta qué punto se acepta su uso en la práctica clínica diaria. Por el lado del autocontrol del paciente, la utilidad está fuera de toda duda. Por el lado del facultativo, la utilidad del dispositivo portátil vs. la “máquina tradicional” está por verse en términos puramente métricos. Pero es que, como se ha indicado en la lista de capacidades potenciales, su utilidad va mucho más allá, de hecho, la utilidad como hardware hoy en día es la menos visible, la menos aprovechada, y también la más complicada de implementar.

Y es que los altos estándares de calidad, rigor y seguridad de cualquier dispositivo médico que recolecta datos hacen que la normativa, el marco y su grado de desarrollo sean absolutamente fundamentales. La gran pregunta es: “¿Llegaremos a un punto en el que los dispositivos médicos tradicionales y los dispositivos inteligentes portátiles converjan fusionándose?” Los dispositivos portátiles serán médicos si la ley ofrece unas pautas de rigor, seguridad y eficiencia definidas y ordenadas. Las homologaciones, certificaciones y la propia valoración de este potencial son una incógnita todavía no resuelta y ante el que queda mucho trabajo pluridisciplinar por hacer. Una incógnita que iremos despejando a pasos pequeños, pero muy rápidos, en las entradas de este blog.

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